miércoles, 1 de abril de 2020

TERAPIA.




El día uno de abril del dos mil quince subí a los Riscos, a las ruiniformes albas peñas que coronan la hondonada. Era tarde de nítida calma, apacible para caminar, detenerse, observar, sentarse sobre el blanco cuarzo y contemplar la clara luna, la rala nieve de la Sierra, las  hilachas de nubes sobre la Peña de Francia; sentir la brisa y el agradable perfume de la flor del narciso y la pringosa jara; mirar y mirar pueblos y Sierras en lontananza…

Permanecí hasta el final de la tarde, respiré profundo, henchí mis pulmones, el sol agonizaba de amarillo y naranja.

Ascender a los Riscos siempre fue terapia; por ello, cuando descendía, como en otras ocasiones, con recobrada ilusión, sentí,  pensé y me dije, “vendrá un nuevo día, lucirá el sol, la luna y la nieve blanca, florecerá el brezo, el espino, el cantueso, la peonía, el piorno, el narciso y la jara; seguiremos ascendiendo, sintiendo, disfrutando las arriscadas peñas albas”.





                                                                                     




No hay comentarios:

Publicar un comentario