miércoles, 30 de marzo de 2022

LA FUERZA DEL ÁRBOL

Naturaleza en estado puro.

Nacido en la fisura del granito ha sido capaz de agrandar la diaclasa, laminar la roca, expandir el tronco y alcanzar altura de varios metros. ¿De dónde se alimenta, hacia donde se extienden sus raíces? 

 






martes, 15 de marzo de 2022

HUBO VIDA...

 

Con los ojos de hoy, al contemplar tan abrupto paisaje de arriesgadas pendientes,  de inmensos pedregales, bolos, caballeras peñas, escurridizas lajas y lanchones, difícilmente podemos entender, valorar e interpretar la vida que fluyó en esta tierra cuando las bocas eran muchas, las necesidades de subsistencia acuciantes y el tiempo carecía del mercantilismo actual. Y, sin embargo, esta hostil naturaleza, generó recursos desde remotos tiempos hasta la segunda mitad del pasado siglo conforme a comportamientos  nacidos muchos siglos atrás  transmitidos de generación en generación. La fuerza y el ingenio humano con sus animales de carga, narrias, arados ancestrales, legones, azadones materos, destrales y otras herramientas no mecánicas domeñó y sacó fruto al bravío paisaje hasta hace pocas décadas.  Quizás, en el más lejano pasado, al amparo de los enormes berruecos, el hombre pudo asentarse y poco a poco ir dominando la cálida vertiente protegida de los fríos norteños,  bien asistida por las lluvias del SO, aprovechar fuentes, caza y matorrales para el ganado caprino. Más adelante, desde los núcleos estables, el tránsito diario a los campos de labor se convirtió en rutina, horas de camino y esfuerzo manual para seguir dominando y conservando el medio que le proporcionaba  alimento.






Han pasado solamente unas décadas y poco queda del paisaje productivo, unas cepas, algún cerezo y pequeño huerto. La vistosa imagen de primavera con los jaramagos cubriendo las escalonadas viñas y los más diversos frutales en flor es historia pasada. Los verdes contrastados de verano y los variados matices otoñales ya no es posible apreciarlos en los cultivos, sí en el bosque que se regenera y cubre buena parte del territorio.

EL BOSQUE OCULTA LOS PRIMITIVOS PAREDONES.


¿Qué permanece? Se mantiene la roca madre, a veces solapada por el bosque o el matorral invasor, paredes de bancales arruinados, restos de construcciones dispersas  y la estupenda labra de los lagares rupestres que con avidez la naturaleza oculta. El paisaje que costó siglos conquistar retorna al estado primigenio y la huella humana cada vez es menos perceptible