¡QUÉ DESCUBRIMIENTO!
Aquel día, camino de casa, tras
varias jornadas en la Liébana, después de haber pasado Piedrasluengas y Cervera de
Pisuerga…, al llegar a Moarves de Ojeda me detuve a la entrada del pueblo por
donde caminaba un vecino del lugar. Me llamaba la atención el topónimo Moarves
después de haber escuchado a Don Antonio Llorente Maldonado acerca de la
toponimia mozárabe. Pensaba que tal vez se encontraría en la población alguna
manifestación artística relacionada con el mundo mozárabe. Pregunté al Señor que
paseaba, dónde se podía tomar un café y si, teniendo en cuenta el nombre del
pueblo, había restos mozárabes, a lo que me respondió que no sabía el porqué
del nombre del pueblo y que eso de mozárabe no le sonaba, que el pueblo se
llamaba Moarves, no Mozárabes. Un poco pensativo me dijo que si conocía la iglesia del pueblo. Yo la
desconocía. Me comentó que era de lo mejorcito del norte de Palencia y que
solamente podía ver el exterior así como la fachada de la casa de los
Calderones. Me indicó el lugar y allí me dirigí.
¡Qué sorpresa! Cuando ví la
portada, de inmediato pensé en la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes.
Había una enorme similitud por lo que recordaba de aquella, al haberla visto en
fotos que no en vivo. Tuve la sensación de que ésta era mucho más hermosa,
impactante por la tonalidad que yo intuía como óxido, por el contraste con el
resto de los sillares, por el perfecto abocinamiento, por el Pantocrátor y apostolado bajo tejadillo, los ventanales
escoltando la puerta principal y la serie de detalles escultóricos que en algún
sentido coincidían en temática con otros del románico palentino.
Me detuve un rato largo, fui
fijándome en los detalles, me pregunté acerca de los decorativos arcos
polilobulados y de nuevo acerca del tono singular de los sillares. Tomé fotos y
al marcharme, el mismo Señor al que había preguntado, permanecía en la esquina
como si estuviera observando mi reacción. Me acerqué, le dí las gracias y
naturalmente, le dije que tenía razón, que era del mejor románico del norte de
Palencia, al menos de lo que yo conocía.
En el camino seguí dando vueltas
a la cabeza respecto a aspectos concretos de la portada de la iglesia de San
Juan de Moarves.
Ya en casa, repasé las
migraciones mozárabes, la toponimia, probable fecha del románico contemplado,
posibles influencias en lo decorativo... Y, por otro lado, a qué se debía el color oxidado en la
arenisca.
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Las migraciones de cristianos en
suelo de dominio musulmán, es decir, los mozárabes, se habían iniciado en el
siglo VIII, el siglo X debió ser transcendental, (varias iglesias que conocía
se corresponden con dicho siglo, Santa María de Lebeña, Peñalba, San Miguel de
la Escalada…,). Las migraciones pervivieron al menos hasta el siglo XII.
Con relación a la toponímia, en
Llorente Maldonado aparecen los topónimos mozárabe, mozárbez, mozarabito,
moarves con las mismas connotaciones.
Para los especialistas, esta
iglesia es del románico del siglo XII; en algunos estudios se da la fecha de
1185. La razón de que aparezca con más frecuencia en los libros la iglesia de
Santiago de Carrión tendrá que ver con la gran maestría al esculpir la figura
del Pantocrátor, tanto en los pliegues como en el rostro que más parece obra
clásica que románica. Desde nuestra óptica personal el Pantocrátor de Carrión
es de mayor calidad que el de Moarves; ahora bien, nos seduce mucho más el
conjunto de la obra de San Juan de Moarves que la anteriormente citada. En San
Juan el friso es de inusitada armonía, los arcos polilobulados del friso son una maravilla. Los hemos
contemplado en portadas del románico segoviano; también enmarcando esculturas en Carrión y Piasca, como en Moarves, sin que ninguno nos haya atraído tanto;
los ajedrezados, baquetones, bolas y acantos de la portada abocinada son joyas
románicas al igual que la aleccionadora escultura.
¡Qué decir de la ocre-dorada- rojiza tonalidad
de la piedra! Tratándose de arenisca podría pensarse en la arenisca rodena y
sin embargo no lo es. Hay diferencia. ¿Cuál es la razón de ese color? ¿Puede parecer suficiente
la que explica que se bañó el sillar en caliza y óxido de hierro o la
que afirma que entre sillar y sillar se introdujo cal y óxido para buscar otra estética y mayor protección?
Sea como fuere, lo cierto es que
esta portada, localizada en un pequeño lugar como es Moarves, es un lujo para
los sentidos. Es un grandioso descubrimiento para cualquier persona que ame la
belleza plasmada en el arte del románico.
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