¿Cuántas veces habéis visitado el mismo lugar, cuántas
habéis apreciado sus diferentes facies, cuántas sensaciones, emociones,
sentimientos? ¿Habéis contemplado sus cambios con las estaciones, con los
estados de tiempo, con vuestros propios estados anímicos, con la luz y las
distintas horas del día, con cada uno de los cambiantes ingredientes del
paisaje?
Si habéis reiterado idas y venidas al mismo sitio,
seguramente guardáis en vuestro interior
imágenes y sensaciones diversas; quizás emociones inefables que el paisaje
natural o humanizado transmite, un cúmulo de vivencias personales que fluyen in
mente aunque el lugar no lo tengáis cerca.
¿Si en algún momento habéis visitado este lugar que os
muestro, os ha sorprendido, os han hablado las piedras, ha dejado en vosotros
alguna huella?
¿No admiráis ora un ingrávido coloso pétreo, ora un enorme
menhir natural, ora un prehistórico bifaz, ora gigante amenazado por cielo de tormenta, ora la luz, la flor y
perfume de primavera, ora un mágico lugar, escenario de leyendas, ora
abigarrado y melancólico paisaje otoñal, ora la luna sobre la piedra, ora el
deforme rostro de un guerrero, ora un hermoso cuadro, ora vaticinadores
destellos crepusculares, ora un remanso de silencio y paz…; siempre…, un aura de
belleza?