Hace décadas era frecuente en San
Esteban de la Sierra la “broma”,
acepción del término que nada tiene que ver con dar bromas o recibirlas, con
reír o malhumorarse con las mismas, expresiones que suelen ser las formas más
habituales de entender el vocablo.
No sabemos cuál es el origen de
esta tradición ni tampoco por qué se le dio tal nombre. Lo cierto es que la broma que tradicionalmente se celebraba en
San Esteban era reunión, comida y
diversión, convivencia de amigos en casas o bodegas donde se charlaba,
bebía, merendaba y frecuentemente se cantaban las canciones populares. Lo que
en un principio fue reunión masculina, con el paso del tiempo permitió que se
integraran las mujeres, novias o casadas.
Ir de broma o tocar la broma eran las expresiones utilizadas
entre los naturales para aquellas meriendas festivas. Entre los jóvenes,
siguiendo el correspondiente turno, solían celebrarse en las casas, a veces en
las bodegas de cada uno de los miembros donde las madres
o hermanas cocinaban para los asistentes. Entre los casados, por orden
establecido, cada domingo o fiesta una de las parejas hacía la merienda para
todos. Era la broma.
Tales eventos, en un mundo rural
bastante cerrado, tenían alta significación, similar a los grandes días de
fiesta que jalonaban el calendario popular. Por ello, la comida representaba
los característicos platos de la zona, la bebida era copiosa y la satisfacción
de la reunión generalizada. Especiales fueron las bromas en las que, invitadas
las novias, se celebraban el día de las confesiones, el miércoles de ceniza, en
Pascua, San Juan y San Pedro.
En las bromas dominicales o
festivas, el escabeche de barril podía ser un socorrido plato de la reunión,
principalmente en las bodegas. La carne de cabra guisada o asada, el cabrito,
los “colgaderos” de cabrito o cordero, los chorizos de cabeza, los hornazos de
Pascua y las aceitunas sajadas eran corrientes en muchas de las bromas. Todo
dependía del momento y la disponibilidad económica. El vino, como es natural,
era el propio de la cosecha particular. Perrunillas y anisete así como nuégados
navideños podían ser el acompañamiento final de esta celebración popular.
Entre las jóvenes, “mozas”,
principalmente durante la primavera, las ensaladas de pamplina, el embutido y la tortilla servían para sus
particulares meriendas que sin
embargo no recibían el nombre de bromas.
Con el paso de los años esta
tradición perdió fuerza y el vocablo cayó en el olvido hasta el punto que
quienes mantienen la costumbre de la reunión festiva hablan de meriendas y no
de bromas. Los tiempos han cambiado y las “peñas”,
de jóvenes y no tan jóvenes, con sus propios locales, han instituido comidas,
meriendas, cenas, noches de alterne mientras la broma ha declinado, hasta el extremo de que gran parte de la
juventud desconoce la originaria
significación dada en esta localidad serrana.