Cuenta la leyenda..., es solamente
leyenda…, que visitando Salamanca Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago de
Compostela son su amante la Salina, Juana Pimentel, pidió acogida en las casas
pudientes de la ciudad sin que ninguna le diera alojamiento debido a la considerada "mala compañía". Malhumorado el
arzobispo mandó construir este palacio y representar como auténticos monstruos
a los nobles salmantinos.
*El nombre de la Salina es debido
a haber sido estanco de la sal. Por otro lado, el citado arzobispo murió años
antes del inicio de la obra.
La leyenda puede haber surgido por la función que
cumplió el edificio, “salina”, que se corresponde con el de la amante
arzobispal y porque el propietario heredero del palacio se llamaba Juan Alonso
de Fonseca.
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