viernes, 13 de diciembre de 2019

EN APARTADO LUGAR

Es evidente que este hostil territorio de nimia tierra hábil para el cultivo,  de acusadas pendientes de orientación norte,  bolos y desgajados granitos,  abundantes bardas, escobones, piornos y barceos, no fue impedimento suficiente para el aprovechamiento por parte del hombre. La huella visible así lo atestigua al igual que la memoria que pervive de  actividad en el pasado siglo. Por razones que desconocemos, posible presión demográfica, búsqueda de aislamiento y ocultación, compaginar caza, recogida de los frutos del bosque, agricultura y ganadería, proximidad de pequeños  piélagos en el cercano río…, lo cierto es que el hombre, hace siglos eligió este apartado lugar para establecerse. 

Nada podemos decir acerca del lagar que se halla en el interior del corral, si fue primero que los muros de granito o se realizó después, cuándo se excavó la lagareta, cuándo dejó de utilizarse, por qué  se estableció aquí y no en otros sitios fuera del recinto con abundante roquedo y pendiente suficiente para facilitar el trabajo de excavación..? No es el único caso en el  que localizamos lagares   entre las paredes de prístinos apriscos.

Hace varias décadas a pesar de lo abrupto del terreno, estrechas sendas, en parte trazadas por el caprino, permitían el acceso a este recóndito paisaje de utilidad manifiesta. Junto al corral se conserva la desvencijada caseta- vivienda y un pequeño chivitero para proteger las crías de alimañas y rapaces.

Desaparecidas las cabras y sin otro tránsito que el de los habitantes del bosque y el esporádico de los cazadores, diferentes plantas van restaurando el paisaje  que tal vez dominó al principio de los tiempos, convirtiéndose en aventura el acercarse a tan singular emplazamiento.






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