En estos días, con más tiempo
libre del habitual, revisando un estuche de diapositivas, y otro, y otro más…,
aparecen imágenes años olvidadas en
cajitas a las que ya no das uso alguno. Y de repente, entre las diversas
cajas, una en la que figura el nombre de San Juan de la Peña. No hay muchas
imágenes y todas se refieren al viejo monasterio bajo la gran mole de
conglomerados.
Comienzas a pensar, miras la
fecha, hojas de itinerario y descubres que entre las diferentes visitas al
maravilloso monasterio, una de ellas se produjo el dos de mayo de mil
novecientos ochenta y nueve. Ha llovido desde entonces, tanto que seguramente
quienes me acompañaron o se han olvidado o su recuerdo es vago. Quizás me
equivoco…
¿Y qué podemos recordar? Indudablemente,
las explicaciones del trayecto, el tránsito del pasillo natural de la Canal con
sus resecos paisajes, los barrancos y conos de deyección, la belleza del
románico de Santa Cruz de la Serós, las casonas, las voluminosas chimeneas y ese
ascenso serpenteante entre el soberbio bosque mixto que va formando estratificaciones de vegetación.
Y en medio de un paisaje
eminentemente arbóreo, los farallones rocosos de los conglomerados que
acogen plantas rupícolas, algunas
endémicas, y albergan en oquedades a distintas rapaces, entre ellas el
quebrantahuesos.
Y como destino
histórico-artístico, en envidiable enclave natural, el viejo monasterio de San
Juan de la Peña cobijado por los encementados cantos de la alineación
pre-pirenaica. En el recuerdo, los orígenes del reino de Aragón, las numerosas
prebendas, patrimonio y poder del monasterio, las distintas fases artísticas,
especialmente del mozárabe, románico, gótico, el panteón real neoclásico y una
superficial aclaración sobre el monasterio nuevo, situado en la pradera de San
Indalecio a no mucha distancia de este lugar tan emblemático.
Viendo y reviviendo imágenes, la nostalgia del viaje se apodera de
uno, más cuando topas con un monumento de tanta significación histórica,
artística y natural en el viejo reino de
Aragón, monumento que sigue siendo
valioso recurso cultural para cuantos viajeros se acerquen a conocerlo.
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