sábado, 1 de febrero de 2020

SANTA CRUZ DE LA SERÓS



Releyendo las estupendas descripciones de Jean Sermet  de las tierras del pasillo natural del Aragón, rememoramos la Jacetania, los paisajes de margas yesosas, los barrancos, los conos de deyección, las tristes tierras donde crecen los bojes, los enebros y pobres matorrales, la erguida Peña Oroel y los conglomerados de San Juan de la Peña donde en la orientación norteña prolifera un abigarrado y tupido bosque que contrasta con el secarral de las tierras bajas. Y aquí, a no mucha distancia de la carretera que va de Pamplona a Jaca, el pequeño lugar de Santa Cruz de la Serós o de las Sorores. En él dos iglesias que sorprenden por su belleza, antigüedad e historia en el camino que une la Ruta Jacobea con el Monasterio de San Juan de la Peña.

Contemplar la iglesia de San Caprasio es evocar el primer viaje pirenaico, la visita de esta iglesia y otros dos monumentos señeros de la provincia de Huesca, la catedral de Roda de Isábena y el monasterio de Obarra. Es el bello estilo del románico lombardo, el de las fajas lombardas o lesenas, los arquillos ciegos y sencillez decorativa que se prodigó durante el siglo XI y XII por el alto Aragón y Cataluña. Seduce el pequeño tamaño de iglesia de una nave, su ábside de altura muy inferior a la de la nave, el sillarejo desbastado y las lajas que sirven de cubierta como en tantas edificaciones de la región. En su interior alternan la bóveda de arista, con la de medio cañón y de horno en el ábside (Enríquez de Salamanca).

Emociona recordar estos viajes y volver a ver imágenes  de manifestaciones artísticas que tanto impactaron por ser tan distintas a lo conocido, por hallarse en lugares apartados o en núcleos de tan reducido tamaño.

Más compleja es la iglesia de Santa María, vestigio del antiguo monasterio femenino vinculado a la realeza y  nobleza desde sus  primeros tiempos. Sus grandes propiedades y rentas permitieron una obra ingente que entró en decadencia en la segunda mitad del siglo XV.

A diferencia de San Caprasio es obra realizada con estupendos sillares tanto en el exterior como en el interior del templo de cruz latina y bóveda de cañón. Muy interesante  la puerta oeste con el típico crismón y capiteles de fina labra, ligero abocinamiento, decoración de bolos y taqueado jaqués.

Sorprende la altura de la torre con varios cuerpos superpuestos, ventanales geminados y la existencia de una cámara cuya verdadera función se desconoce. Está considerado caso único en el románico.

Después del Concilio de Trento las monjas abandonaron el monasterio para establecerse en Jaca, comenzando desde entonces la ruina del convento cuyas piedras servirían para numerosas construcciones del entorno. En pie se ha mantenido la iglesia gracias a restauraciones.
SAN CAPRASIO

SANTA MARÍA
SANTA MARÍA.

MONTES DE SAN JUAN DE LA PEÑA.
OBARRA Y DESFILADERO DEL ISÁBENA.

CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE RODA DE ISÁBENA.



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