Desde el Puerto de Piqueras a Logroño,
la trepidante carretera discurre a lo
largo de más de setenta kilómetros dejando a un lado y otro el fascinante
paisaje del Camero Nuevo, la denominada Tierra de Cameros de abrupta geografía
surcada por las diversas corrientes que descienden desde Cebollera para
conformar el río Iregua. La vegetación autóctona de robles, hayas, acebos…, se
mezcla con el alóctono pino proporcionando abigarrado colorido durante el otoño
al tiempo que la masa pinariega se convierte en riqueza maderera en territorio donde antaño
imperaron los grandes rebaños de merinas trashumantes. Fue la cabaña ganadera
que trashumaba a través de la Cañada Real Galiana hasta el Valle de Alcudia, la
base económica fundamental de los dos Cameros hasta la crisis y desaparición
del Honrado Concejo de la Mesta. Como referencia, Luis Vicente Elías ofrece cifras relativas a
la segunda mitad del siglo XVII cuando las tierras de Villoslada de Cameros,
Ortigosa y Lumbreras sumaban más de 270000 cabezas de ovino. Durante siglos la
industria de la lana inundaba toda la comarca, siendo tal su importancia que al
decir de sus habitantes “se tejía la lana de media España”.
El deforestado paisaje del ovino
se ha regenerado, regalándonos en la
actualidad una de las más bellas estampas de la vertiente norte del Sistema
Ibérico. Al hermoso paisaje natural hay
que sumar la cuidada imagen de algunos de sus pueblos, Lumbreras, Villoslada,
Ortigosa, el Rasillo o Nieva, entre otros, que alardean
de vieja hidalguía con los variados blasones de sus fachadas.
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