En los viajes, a veces llegas a lugar desconocido, sobre el que la única referencia de la que dispones es la de carácter geográfico general, por cierto, muy superficial. Por algunos de esos sitios pasas y apenas te detienes; para tí no tienen mayor significación. Otros, te atraen al primer golpe de vista, por la inmediatez de lo monumental, las límpidas calles, las construcciones más diversas, la piedra siempre presente, la amable palabra de personas desconocidas, el azulado día, la belleza de las aguas y orillas fluviales, la agradable habitación donde vas a tomar notas y descansar de la jornada...
Esa más que grata sensación fue la ofrecida por Allariz, la Vila Alaricii allá por el siglo VI cuando los suevos ocuparon solar de la Gallaecia romana, la que educara al rey sabio en la lengua gallega en el siglo XIII, la que progresó durante los siglos XVI y XVII y fue creando un espléndido patrimonio que en 1994 recibió el Premio Europeo de Urbanismo por un proyecto integral de recuperación del Conjunto Histórico y las márgenes del Arnoia.
Bello lugar donde los haya, monumentalidad, historia, gastronomía y exquisita atención; sin duda para repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario