Podríamos pensar que en paraje
tan elevado, donde apenas crecen las austeras escobas, piornos, algunas jaras y
endebles bardas, allí donde el roquedal granítico domina
y corona el singular paisaje, ninguna obra humana podría tener sentido si no es
la de carácter defensivo. Sin embargo, hay detalles de intervención antrópica en la excavación de lagares rupestres, reducidísimos bancales, tan reducidos
que apenas tendrían cabida dos o tres cepas y cercados de piedra en seco.
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