En esta cálida ladera de
interminables bolos graníticos, de robles y matorral que todo lo engulle, hace
siglos se desarrolló una muy importante
cultura cuya huella aun pervive. En estas tierras, probable mojón de viejos
reinos, primitiva minería horadó el duro cuarzo, el hombre cazó el oso allá por el siglo XIV, el del
siglo XX cultivó hasta el último rincón, el mismo hombre que gradualmente lo abandonó.
Ante la presión humana, la
cigüeña negra emigró de estas peñas, los buitres en manadas tomaron posesión de
las mismas mientras jabalíes y corzos se adueñan de los antiguos campos de
labor.
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