Hiende sus hondas, firmes,
corneanas raíces bajo las aguas
remansadas de Pesquera, Charco Molino, Nogal, las Vaderas, Becerril…; se yergue
irregular sobre el Arroyo divisorio entre ígneo y metamórfico territorio que extiende su dura corteza hasta el regato
Valdecabras, límite municipal
que no mojón litológico. Muestra la pétrea ferruginosa naturaleza desnuda en los
escarpes de la Cuesta, en el espolón de la Cruz al río, en pedrizas de
Matacalvarra, en los vertiginosos saltos de Valdecabras... Cancho montaña
escabrosa de llanos carente, de redondeadas formas cuando alcanza la cima cual curvas de
vigorosa nodriza.
Cancho montaña oscura de pizarra, encina,
alcornoque y jara; festín de colores de brezos, espinos, cantuesos,
retamas…, de níveo atuendo cuando
florece la jara; de roja, ocre y amarilla veste en otoño dorado.
Cálidas tierras de ocres colores,
solar de vieja cultura, de obras seculares, de suelo retenido en paredones que
reptan ladera arriba desde las verdes Vaderas ribereñas hasta las elevadas
concavidades de orientación mediodía del norte protegidas.
Cancho de vides, frutales y
olivas, desde el origen del hombre
sustento; Cancho de matorral, del caprino secular alimento.
Caminos de la Prehistoria, sendas de labriegos
y trajinantes en el olvido…; sendas hoy del
cazador y el turismo.
Cancho de tupido vestido, de
nubes bajas y vaporosas neblinas, de
cambiante faz y seductor semblante.
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