TIRIÑUELO,
MÁS QUE UN MONTE, MÁS QUE UN BALCÓN SERRANO, MÁS QUE UN VINO…
El
Tiriñuelo junto con Cancho, Castañar y Riscos de los Pajares son los
emblemáticos montes que se elevan sobre la gran hondonada en la que se ubica
San Esteban de la Sierra, esa “sierra más profunda que elevada” como
describiera Jesús García Fernández a las
tierras que surca y dilacera el río Alagón en la Sierra de Francia.
Decimos
que el Tiriñuelo es más que un monte…, así es… Si nos acercamos al mundo de la
toponimia y leemos a Don Antonio Llorente Maldonado de Guevara, gran profesor y
gran persona, entendemos mejor la significación del término. En una conferencia
ofrecida en Guijuelo decía así: “En
Aldeavieja, Pizarral y Salvatierra encontramos el topónimo menor El
Teriñuelo, en
el término de La Tala, El Tiriñuelo, en Pedrosillo, Los
Turuñuelos. Todos
estos topónimos designan montículos, mogotes, cerrillos más o menos cónicos,
que con mucha frecuencia no son otra cosa que dólmenes recubiertos de tierra o
restos de un antiguo dolmen expoliado, como sabemos gracias al profesor
Maluquer de Motes[50]. Precisamente en El Teriñuelo de
Aldeavieja el P. César Morán encontró y excavó un dolmen, y en El Teriñuelo de
Salvatierra había un dolmen que desapareció cuando se construyó la carretera de
Peñaranda”.
Sabemos que el P. César Morán cuando visitó
San Esteban de la Sierra intuyó la
presencia de un dolmen en el Tiriñuelo, intuición que resultó fallida bien
porque fuera destruido con anterioridad y sus piedras arrastradas hacia otras
construcciones o porque tal vez no existió y se le dio el nombre por la forma
del monte. Lo sorprendente es que dicho topónimo, expresado como Tiriñuelo,
Teruñuelo, Turuñuelo, Terruñuelo, Turruñuelo, Toriñuelo en la geografía
española y Turumel en Bretaña suele
asociarse a yacimiento arqueológico, tesoro, túmulo, dolmen y asentamiento
humano además de cerro.
Entre
los numerosos puntos del territorio peninsular donde el topónimo aparece
asociado a la arqueología, yacimientos o megalitismo, destacamos el Turuñuelo
de Guareña en Badajoz, importantísimo yacimiento tartésico con túmulo superior
a la hectárea y que sus habitantes sellaron en el siglo V a. C., el Turuñuelo
de Jaén, un oppidum ibérico, el dolmen del Tiriñuelo de Aldeavieja de Tormes,
el dolmen de la Granja del Toriñuelo en
Jerez de los Caballeros, etc.
Por
cuanto antecede, decimos que es también más que un balcón serrano aunque hay que reconocer que
pocas perspectivas tan bellas sobre el profundo San Esteban como las que se
logran desde el piramidal pico. En tiempos de holganza y cuando los caminos
eran accesibles, cuántas veces hemos tomado el Atajo, cruzado la carretera y
ascendido hasta la cima para recrear la vista en río, pueblo y montañas nevadas
de la Sierra de Béjar.
El
Tiriñuelo es más que un vino; da nombre al vino de la Cooperativa de San Esteban, denominación
acertada aunque los bien orientados viñedos que cubrían las laderas del monte
hayan desaparecido ante la escabrosidad del terreno, la emigración y dificultad
de mecanización.
Desde la ubicación de San Esteban de
la Sierra es difícil sustraerse al encanto que este pico de piramidal fisonomía
nos proporciona cada uno de los días de las estaciones del año. Todavía se
perciben algunos bancales cultivados, vestigio de lo que fue un jardín de paredones
que arrancaban junto al río y ascendía hasta la cumbre repleto de vides,
olivos, frutales y algún disperso castaño.
Encinas, alcornoques, almeces,
cornicabras, madroños, poco a poco han invadido el solar de cultivo ofreciendo
imagen de retorno a lo que debió ser el bosque primigenio.
¡En qué poco tiempo el dulce semblante
de la montaña antrópica, recordada con
plateado envés de olivo invernal,
amarillo jaramago de primavera, verde viñedo de verano y rojo-amarillo otoñal…, se ha transformado en
naturaleza bravía, dominio del bosque y el matorral donde medran voraces jabalíes y ágiles
corzos!
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