lunes, 27 de enero de 2014

RECUERDOS Y NOTAS DE VIAJE: DESDE LA SELVA DE OZA AL IBÓN DE ESTANÉS.

RECUERDOS Y NOTAS DE VIAJE: DESDE LA SELVA DE OZA AL IBÓN DE ESTANÉS.


Nos encontramos en el mes de julio. En la Selva de Oza ha amanecido un día claro, ligeramente fresco como es frecuente por estos pagos muchas mañanas de estío. Explican los lingüistas que el término Oza alude a lugar frío, aseveración que hemos comprobado en vacaciones estivales cuando las nieblas  cubrían la selva toda y la frialdad era intensa.

Estamos preparados para caminar. Despejadas las dudas de qué ruta tomar, Acherito y Parque Nacional de los Pirineos Franceses, Castillo de Acher, Lago Estanés…, hemos optado por este último itinerario. Probaremos fuerzas   recordando tiempos de  juventud en un recorrido de alrededor de treinta km entre ida y vuelta en el que los desniveles no son excesivos y exigentes.

Lista la mochila con productos de la tierra salmantina, algo de vino y agua, fruta, la petaca con el anisete de San Esteban, perrunillas, mapa topográfico, cámaras de fotos y diapositivas, hemos iniciado el recorrido por el amplio camino-pista entre el tupido bosque de pinos, abetos y hayas.


La pista sigue a contracorriente la margen izquierda del río Aragón Subordán que en esta época del año discurre  con transparente escaso caudal. El sentido  de río y camino poco a poco va cambiando para tomar una gran curva que culmina frente al refugio-cuartel. A partir de aquí,  se camina en dirección este por un precioso valle en ascenso suave y permanente. El bosque ha  desaparecido y tan sólo se observan pies aislados o algún pequeño rodal lo cual permite ver un paisaje de dominio del herbazal, de blancas y peladas cumbres y de barrancos como el de Acherito y otros de menor entidad que desde las cumbres fronterizas con Francia aportan aguas al Subordán. A un lado y otro de la ruta las montañas se elevan hasta alcanzar y superar los dos mil metros. Es un excelso panorama que motiva para caminar y disfrutar de la montaña y los pequeños detalles que surgen al paso, diversidad de dedaleras, amapolas y genistas en flor que contrastan con el intenso verde de la pradera.

La temperatura va subiendo y estorba parte de la ropa al tiempo que se salvan los últimos repechos en curva  para llegar al impresionante valle de Aguas Tuertas a unos 1600 metros de altitud. Aquí acaba la pista y se inicia una senda hollada con frecuencia por montañeros. Es extraño que esta mañana no hayamos encontrado a ningún senderista ni en uno ni otro sentido. A lo largo de este precioso valle de perfecta u glaciar la única compañía son las manadas de ganado vacuno,  algún rebaño caballar, varios córvidos en altura y las señeras cumbres de blanco unas y de intenso color rodeno otras.


Las aguas serpentean suaves a lo largo de más de dos kilómetros sin pendiente alguna entre las más verdes y bellas praderías que uno pudiera imaginar. Finalizadas Aguas Tuertas se accede por pendiente llevadera hasta la zona donde se localizan los restos de un dolmen. Aquí encontramos los primeros y únicos transeúntes de la jornada. Es una pareja simpática  avezada en  largos recorridos montañeros. Van muy cargados y caminan lentos. Después de visitar Estanés pretenden seguir ruta sin descanso e invertir varios días en las altas cumbres.


Poco después del dolmen, la senda se empina a su paso por las Cabretas donde surge un camino que lleva al pequeño ibón de Orna. El sendero de Estanés va ascendiendo y marca su paso más elevado por encima de los 1900 metros desde donde se inicia el descenso hasta el lago en medio de un llamativo circo montañoso. Infinidad de plantas de tardía floración surgen por doquier formando originales maceteros en las áreas cársticas del entorno del ibón.

Sobre la blanca y cenicienta roca calcárea, tendido mantel y colocadas viandas se disfruta la comida y una privilegiada vista sobre el azul lago y las aserradas cumbres que vierten aguas hacia territorio francés. El ganado vacuno pasta en las inmediaciones disperso entre los verdes herbazales y el cárstico roquedo.

Ante tan sublime escena la mente vaga y recuerda  la hermosa leyenda que cuentan por estas tierras acerca 
del origen del lago Estanés: “huyendo la bella princesa Rosina de un walí árabe por las sendas de las ásperas montañas, cayó en una sima profunda y tal grito profirió que al instante brotó el agua a raudales llenando la gran cubeta que hoy ocupa el seductor y legendario lago”.


Grande debió ser el estruendo para asustar a los perseguidores de la joven quien fruto de su desdicha dejó como herencia la belleza de la azulada lámina solitaria en la que ahora se refleja un encantador y sonriente rostro femenino en un marco de paz y silencio que inunda todo en rededor.









2 comentarios:

  1. Ya lo vemos, es una deliciosa ruta llena de vegetación que transmite una inmensa paz. para perderse !!!!

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    1. Procurar hacerla en verano y tempranito. Cuando desaparece el bosque el sol pega con fuerza.
      Es una ruta maravillosa que seguramente no olvidaréis.

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