ATRAPADO POR EL AGUACERO:
Tras una mañana de de lluvias intermitentes, algún remiso rayo de sol y abundante nubosidad, pasadas las cuatro de la tarde, un sonoro trueno acompañado de ráfagas de viento fue el preludio del inicio de un típico aguacero primaveral.
En minutos creció el regato fruto de la intensa lluvia y la confluencia de aguas de diversa procedencia. El hacendoso alguacil de San Esteban, cumpliendo con sus obligaciones diarias, se vio atrapado entre la corriente y la pared. No habían servido las voces previas, cuando la lluvia arreciaba y la calle se convertía en río para que rápidamente se retirara. Un bloque de piedra, elevado sobre el nivel del agua y la fronda de los laureles le sirvieron de cobijo al diligente Lauri hasta que mermó el impetuoso cauce.
Percance sin mayor trascendencia que él mismo contaba a los amigos poco después y que por su propio bien y el de cuantos aquí habitamos deseamos que se haya quedado en un simple susto.
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