jueves, 22 de noviembre de 2018

EL ENCINAR PRIMIGENIO


De aquella península de la que hablan las fuentes antiguas donde una ardilla podría cruzarla sin descender al suelo, hemos pasado a paisajes de desierto, grandes urbes y áreas intensamente humanizadas, reduciéndose los espacios naturales del país muchas veces a verdaderos santuarios. Por ello, encontrar paisajes con sello primigenio aunque en algún momento el hombre los haya trastocado es una suerte para quienes podemos contemplarlos, disfrutarlos y enseñarlos a  personas que aman la naturaleza, la sienten y protegen sin el dudoso sello  de ecologistas de despacho o manipuladores que todo lo convierten en dinero.

Este encinar de ladera que impide la entrada de la luz bajo sus ramas, donde solamente surge alguna caducifolia de hermoso color otoñal, bien podría ser el ejemplo de aquellos primitivos bosques que  cubrieron muchas de nuestras montañas.


¡Qué placer contemplar esta joya natural  que nunca nos cansamos de admirar en las diferentes estaciones del año!





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