Hay tentaciones que difícilmente
se pueden resistir. En esta tarde de sol, frío y viento sentía el especial
antojo de subir la empinada cuesta hasta el vértice geodésico de los Riscos
donde a 985 metros sobre el nivel del mar encontramos el punto más elevado de
San Esteban de la Sierra.
Podría pensarse que desde lugar
mil cuatrocientos metros por debajo de la Sierra de Béjar y unos setecientos
bajo la Peña, las posibilidades de contemplar paisaje no son muchas. Es sin
embargo, atalaya tan bien ubicada, que desde el arriscado dique de cuarzo,
cuando a él accedemos, tenemos la sensación de dominar “medio mundo”. Es un
decir…, pero la sensación de dominio de espacio colma el esfuerzo de la subida.
Observar mis amigos cuánto y cuánto
territorio a mi alrededor y cuánta belleza en las nieves de las montañas
abulenses previas a Gredos, en el Macizo Central, en la Sierra de Béjar, en la
Tras Sierra extremeña y contemplar los contraluces de las viejas montañas de la
cuenca del Alagón y los límites con Cáceres, de la Peña de Francia, del
Castillo Viejo y las Quilamas, del Cervero y la Sierra Mayor…Y si miráis en
dirección norteña tendréis como telón de fondo la Sierra Menor, divisoria
climática e hidrográfica. Y por supuesto, no olvidéis ver pueblos de cercanía
como el Tornadizo, San Miguel, Los Santos, Valdelacasa y otros más distantes
como Candelario o el Castañar de Béjar y los pueblos que custodian el Valle
Sangusín…
Hay otros muchos pequeños
detalles del entorno que me han henchido a pesar del frío o el viento… ¡Qué tarde regalo de la
Naturaleza! Si no la vives nunca la puedes sentir.
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