Sumérgete bajo el bosque y la
niebla, camina despacio, cuida cada paso entre la mullida y húmeda hoja del
castaño que siembra la cuesta de ocre; contempla cómo emergen colosos aferrados
a la tierra cual viejos guerreros curtidos por batallas centenarias; observa heroicos
cuerpos desgarrados de grises, rojas, amarillas y verdes entrañas corroídas sujetando
enhiestas lanzas que proclaman victoria. Camina y siente el húmedo olor del
lugar, el canto espaciado del petirrojo, la rama mojada, el cercano horizonte y
próximo techo de fino velo que cala y…, sumido en esta misteriosa atmósfera disfruta la bella
estética del árbol y singular Naturaleza, madre de cuántas y cuántas leyendas
lejanas.
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