Las buenas indicaciones de Álvaro Gutiérrez nos han llevado a rastrear un territorio que hasta el momento no habíamos hollado. Aunque la nublada y fresca tarde en los altos del Rachón no invitaba a grandes desplazamientos por la amenaza de lluvia, hemos recorrido la zona anunciada y localizado el espléndido lagar de la fotografía. Próximo a bloques concentrados de clara intervención humana acumula en su interior tierra y piedras, éstas últimas arrojadas por el hombre para despejar los campos de cultivo cuando las excavaciones rupestres habían perdido la función ancestral de uso y las personas del lugar no daban valor alguno a los lagares dispersos sobre los que surgían numerosas interrogantes en las pasadas generaciones.
A primera vista parece un lagar de cierta profundidad y buenas dimensiones aunque no podemos precisar por la tierra y piedra acumulada.La parte más estrecha del recipiente de pisado es de un metro y cuarenta y cinco centímetros. Llamativo es el círculo excavado junto al pilón que serviría para colocar la vasija donde verter el mosto. Es una peculiaridad no muy generalizada en nuestros lagares y que puede denotar mayor modernidad.
A poca distancia del lagar se encuentra una era sobre roca de granito que probablemente dejó de utilizarse en los años del boom del cultivo del fresón y el abandono de los campos de cereal. Tiene un firme irregular y conserva la mayor parte de las rocas que en semicírculo solían establecerse en este tipo de eras. Es interesante reseñar que a no mucha distancia, cien y doscientos metros aproximadamente, se localicen otros dos lagares y sendas eras de las mismas características.
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