¡Instantáneo e irrepetible regalo de la naturaleza!
En el fracturado acantilado granítico de pequeños intersticios terrosos, troncos derruidos, pobre chaparral y berceos, el solitario arce de Mompellier, iluminado por los rayos vespertinos, realzaba aún más sus bellas tonalidades otoñales.
¿ No es algo sorprendente?
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