Las densas nieblas que durante
las primeras horas de la mañana cubrían el fondo de la Fosa Berciana, poco a
poco fueron ascendiendo por las laderas y desvaneciéndose entre la fronda que
jalonaba el recorrido hasta las Médulas.
La pequeña localidad aparecía iluminada, libre
ya del meteoro que dejaba tras de
sí ambiente de humedad en el verde
paisaje circundante. La senda-pista, expedita de viandantes, nos conducía hacia
el cuenco central del espectacular territorio, mitad fruto de la intervención
humana, mitad de la viva y dinámica naturaleza. Verdosas laderas cubiertas de
centenarios castaños, robles, helechos, brezos, biércol, algunas jaras…,
acompañan el seductor camino que despide olores de humedad, hierba cubierta de
rocío, jara y melífluas plantas, agradable sensación para el caminante que una
vez más revive la más bella naturaleza del extremo occidental de los Montes
Aquilanos.
Por doquier, cantos rodados,
libres del empaste que los retuvo entre las arcillosas tierras auríferas de
este majestuoso lugar. Coronando los vivos tonos vegetales, endiabladas formas iluminadas
de las ocres, rojizas o pálidas arcillas
del milenario yacimiento. Pináculos catedralicios, falos totémicos, vertiginosos
cortados, oquedades enormes que son túneles de la primitiva minería, van
sucediéndose al paso del viajero que se pregunta por la forma de explotación,
las canalizaciones que hasta aquí condujeron el agua de las montañas, los
esclavos, los rendimientos, la vigilancia de tan estratégico mineral… Es
difícil poder entender obra tan gigantesca de hace dos mil años sin la técnica
del “ruina montium” de la que hablan las fuentes romanas, sin un alto
contingente esclavo, sin las depuradas técnicas de lavado y acribado, sin las
legiones como fieles guardianes.
Si sorprendente es recorrer el
camino hasta la Cuevona y la Encantada, subir al mirador de Orellán y tender la
vista hacia el vacío de tan soberbio panorama colma el esfuerzo de los
kilómetros a pie realizados. Y nada tan atractivo como sentir la la Historia que hizo posible este paraje Patrimonio de la Humanidad.
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