El niño Luis Márquez Pérez, fiel compañero de nuestros salidas de campo desde que tenía cinco años y gran observador, localizó el pasado domingo un interesante lagar rupestre colmatado, lagar del que dicen nuestros mayores de noventa años que cuando eran niños estaba completamente limpio, jugaban sobre él e incluso por Pascua comían allí el hornazo.
Es de una tipología diferente a los hasta ahora
vistos. Tiene forma oval de 1,90 por 1,30, unos diez centímetros de profundidad
y comunicación con el lacus a través de un canal de 30 cm, no orificio como en
la mayoría. El lacus mide 0,55 por 0,45, tiene en el centro el típico plato o
cuenco y la profundidad mínima es de cinco centímetros. Muy llamativo es que el
lacus tiene su propio desagüe, idéntico al de otros lagares de única cavidad.
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