El Alagón contornea por norte y
oeste el pueblo de San Esteban y pasa
bajo el hermoso puente medieval, obra maestra
que fechan unos en 1388 y otros dos siglos más tarde, intercambiando el
tres por el cinco. Es la suya una fábrica de recio aspecto, ligeramente curvada
y elevada en el centro con cuatro arcos de piedra granítica, cimentados sobre la roca madre y que van en diminución
desde aquel por donde habitualmente discurre el agua hasta el otro extremo. Sillares perfectamente
escuadrados fijan el intradós de los arcos y robustos tajamares en ángulo
afrontan la corriente. En la construcción, además del granito, se han empleado
resistentes pizarras metamórficas de aspecto ferruginoso cuyo origen se halla cerca, allí donde se produce el cambio litológico de los granitos
a las pizarras. Bajo el puente, la erosión de las aguas, cual poderoso cincel,
nos regala espectaculares calderas (las
Calderas de Pedro Botero) como por aquí las llaman. En distintos lugares del
puente, tajamares y paredes, terebintos e higueras silvestres surgen entre las
piedras de la edificación.
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