miércoles, 21 de mayo de 2014

PAISAJE Y VIVENCIA



 Hace rato que ha amanecido y  el sol alumbra  el Pico del Castañar y el Pico del Cancho. Sopla una ligera brisa que porta el frescor húmedo de la mañana y el penetrante perfume del jazmín y del saúco; se mecen laureles e higuera y se escucha cómo cae el agua del caño próximo. Una jabonera salta nerviosa sobre la fuente, la mirla reitera su canto entre los laureles, un bello jilguero se posa sobre el suelo; el  herrerillo común juguetea en la higuera. En el cielo, golondrinas y vencejos, trazan inextricables senderos. Reina el silencio humano y la paz es  dueña del entorno que invita a contemplar y respirar el aura matinal.




 Camino del campo,  hace viento en la  umbrosa Santía; es algo habitual. Murmura el río entre los canchales y cientos de  canciones se escuchan en  olivos, nogales, almeces y zarceras ¡Qué placer apreciar esta naturaleza en plenitud caminando entre los más variados verdes, los cantos sin fin y el limpio cielo de primavera!  

Los paredones del viñedo se han vestido de tierno, limpio y brillante verde en hojas y racimos que alborean.  Luce el sol en los bancales, el viento ha amainado y la temperatura poco a poco se eleva. El pequeño regato fluye suavemente sobre la piedra berroqueña y  acompasa el trabajo entre las vides centenarias.  


¡Qué día más hermoso y qué agradables sensaciones mientras despampanas y te embebes de la Naturaleza entera! Así es fácil y grato trabajar. Levantas la vista de la cepa, escuchas, percibes fragancias, observas y fotografías la grandiosa naturaleza. Aprecias el delicado olor de la flor de la parra bravía, el menos agradable de la mala hierba y el sublime perfume de la madreselva. Te detienes un momento y miras la cercana maleza; recuerdas las pequeñas fresas que crecían en la húmeda regadera, sitúas dónde se encontraba el gran cerezo borrachino, al que solamente el avezado Francisco le cogía las cerezas;  recuerdas el preciado grosellero junto al regato, las idas y venidas a higos y brevas. Invisible, lejano, intermitente se escucha al cuco; más cerca el canto que parece amenaza de la peculiar oropéndola. Incesante el ruiseñor parece oculto entre las verdes hojas del quejigo.  ¿Dónde está? Buscas, buscas y finalmente, recompensa… Objetivo preparado, disparo y secuencia del huidizo que no cesa en su cantar.

¿Qué fuerza tiene la naturaleza y qué hálito nos sustenta que todo en esta mañana nos hace la vida tan bella…? ¡Ay…, si todo fuera tan bonito y sencillo, si el mundo de esta manera fluyera…!


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