martes, 21 de abril de 2020

¡VISITADO UNA VEZ ESTE PAISAJE, SEDUCE DE TAL MANERA..., QUE TE INVITA A VOLVER!


El Monumento Natural de las Tuerces se localiza al Norte de la provincia de Palencia, cerca de Aguilar de Campoo y sobre la pequeña población de Villaescusa de las Torres.  Es el punto más occidental del Páramo de Lora burgalés-palentino, interrumpido por el río Pisuerga que desde Aguilar fluye en dirección norte sur. Más al norte de las Tuerces, el territorio palentino del Páramo de Lora tiene continuidad geomorfológica en el ámbito de la Cueva de los Franceses, Covalagua y Valcabado, mirador hacia Valderredible, tierras cántabras y reductos palentinos.

Visto desde la distancia de Monte Cildá, las Tuerces emergen con verticalidad desde el encajamiento fluvial del Pisuerga en el desfiladero de la Horadada sobre el que se extiende una repisa intermedia de cultivo previa a las rampas y farallón final, cortado éste a cuchillo en algunos frentes y con llevadero repecho frente a Villaescusa. Alrededor de doscientos metros de desnivel separan la base del río del punto más elevado de las Tuerces.

Las Tuerces, como las otras Loras del páramo kárstico, tienen la típica estructura geomorfológica invertida o de sinclinal colgado. Como peculiaridad respecto al resto de las loras ofrece  modelado erosivo diferencial con figuras similares a las de la Ciudad Encantada de Cuenca y unas especiales condiciones biogeográficas.

 Las Tuerces, menos conocidas, con menor flujo turístico que la Ciudad Encantada de Cuenca, son un reducto calcáreo que al atractivo de las  diversas formaciones que coronan la lora aúna grandiosas perspectivas sobre un amplio territorio que abarca hasta cumbres más elevadas de las montañas cantábricas.

Desde determinada óptica, guerreros afrontados al precipicio defienden la fortaleza,  secundados por otras diversas líneas de guerreros separadas por los pasillos abiertos en las diaclasas a través de la típica erosión kárstica. Imágenes de mayor o menor plasticidad, esculpidas por la sorprendente Naturaleza, permitirán que ante la imaginación  del curioso visitante surjan mil caprichosas formas, auténticos hongos, muelas, taulas, ventanas naturales, oquedades de fotogénica estética, lapiaces, abrigos naturales, simas, simulaciones de paredes de piedra en seco, el inicio de una dolina…, y todo ello, dentro de un espacio que podemos abarcar con tranquilidad y la mayor fruición en una mañana en la que también contemplar las escasas plantas que crecen en el humilde suelo calcáreo, muy llamativas en período primaveral: tomillo, genistas, carrascas, sabina, enebro, pequeñas hayas residuales, orquídeas, nueza negra, helechos rupícolas…

Asomarse desde los cortados permite ver en proximidad las repoblaciones de pinos o los autóctonos carrascales o melojares que crecen en la rampa bajo el farallón calizo que rezuma las aguas de filtración o rompe en hontanares. Es contemplar un paisaje diverso en tonalidades de blancos, grises, ocres, rojizos, tiernos verdes de cultivos y oscuros de manto repoblado. Es ver las múltiples discontinuidades paisajísticas, naturales unas, antrópicas otras. Es expandir la vista desde el pequeño Villaescusa hasta Aguilar de Campoo o las níveas montañas del fondo. Es ver las rapaces siguiendo las corrientes o lanzarse sobre la presa en el abismo. Es recordar al hombre que a lo largo de los tiempos hizo Historia en las numerosas cuevas habitadas del entorno, en el estratégico Monte Cildá, en las iglesias rupestres, en las fortalezas, en el primoroso estilo del románico  en monasterios e iglesias de pequeños lugares, en las obras del Canal de Castilla o en la posterior vía férrea, en las magníficas tareas de restauración llevadas a cabo en el arte del norte de Palencia…

¡Visitado una vez este paisaje, seduce de tal manera…, que te invita a volver!



















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