miércoles, 22 de noviembre de 2017

HACIA EL CERRO SAN ANDRÉS


Dejamos atrás San Vicente de la Sonsierra por camino terroso y estrecho conducidos por Enrique que con maestría sortea los obstáculos mientras conduce, fuma sin cesar y habla emocionado de la riqueza patrimonial de la localidad.

Entre viñas de su propiedad, zonas rocosas de areniscas de grisáceos tonos, expuestas a todos los agentes, nos permiten ver algunos lagares rupestres con anclajes y otros deteriorados por la extracción de material para las edificaciones de muros de cercanía o los más alejados de chozos de vigilancia del viñedo y construcciones diversas.

A no mucha distancia, cerros residuales coronados por las areniscas que en parte cubre un pobre matorral. Entre los resaltes, el Cerro de San Andrés alberga necrópolis con más de setenta excavaciones, en general bien conservadas. Todo un hito...


De espaldas al cerro se expande la Sierra de Cantabria de contrastados tonos blancos calcáreos, oscura cobertera vegetal y ocres del robledal. En el lejano horizonte las cumbres ibéricas destacan sobre las tierras de la Depresión envueltas en brumas. En las inmediaciones, los tonos otoñales del viñedo resaltan aún más ante la rosada luz vespertina de noviembre.