lunes, 30 de diciembre de 2019

ASCENSIÓN AL LAGO MARBORÉ:


 Aquella mañana de julio no habíamos madrugado. La noche había estado divertida en el rehabilitado Morillo de Tou donde entre cerveza y cerveza, animada charla y discusión acerca de la ajedrea nos marchamos tarde a dormir;  en buen estado, es cierto, porque el alcohol en las capillas de la iglesia estaba  más que bendecido.

 Dejamos de lado Aínsa, el Cañón de Añisclo, Bielsa y nos acercamos hasta el Parador de Monte Perdido donde tomamos un café mientras contemplábamos el hermoso Valle de Pineta, maravilla del glaciarismo cuaternario donde las haya.


Impresiona ver la enorme pared por donde se despeña el Cinca en una sucesión de cascadas que salvan 1300 metros desde el Balcón de Pineta hasta el fondo del valle. Bello es divisar el panorama, no tanto para alguno de los miembros del grupo  intentar ascender por lo que parece una barrera infranqueable.

Todo está decidido, vamos a llegar hasta el lago helado de Marboré y el glaciar de Monte Perdido. Conforme subimos, en continuo serpenteo, pocos son los que siguen nuestros pasos; muchos los que descienden al no atreverse a pasar el gran nevero o encontrar hielo en el último trecho. Paco lleva las cuerdas por si fuera necesario atarse; José continúa incrédulo, piensa que es imposible la aventura y que le estamos tomando el pelo. Imponen algunos tramos de la senda, más todavía la gran pendiente del nevero y el hielo que se resiste antes de alcanzar el Balcón de Pineta. Analizado el paso, con cuidado cruzamos el hielo sin necesidad de cuerdas y ya estamos en el mirador más soberbio que imaginarse pueda, el BALCÓN DE PINETA.

En seguida pisamos nieve y caminamos hasta el lago Helado de Marboré que como su nombre indica está helado. Una gruesa capa de hielo permite caminar por su superficie de tal manera que dos montañeros cruzan la lámina blanca camino de la Brecha y la Tucarroya.

Realizamos comida junto al lago, tomamos más diapositivas que fotos y nos aprestamos a descender con el sumo cuidado que requiere especialmente el pendiente nevero.
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martes, 17 de diciembre de 2019

LA NIEVE PIRENAICA COMO COMPAÑERA

Tanto en los valles de Roncal y Hecho como en el Parque Nacional de Ordesa pudimos apreciar la nieve sin que en los dos primeros lugares fuera un impedimento. En Ordesa llegamos hasta la Cascada del Estrecho pero ante la dificultad retornamos a la Pradera sin poder ver en esta ocasión la Cola de Caballo, uno de los objetivos.  Eran los días finales de abril de 1993.

A continuación algunas imágenes:
VALLE DE HECHO:












PARQUE NACIONAL DE ORDESA:









domingo, 15 de diciembre de 2019

EL TRIBUTO DE LAS TRES VACAS


Cuando en estos días hemos visto la enorme crecida del río Esca a su paso por Roncal y Burgui, nos  han venido a la memoria los diversos viajes por el valle, por Isaba, Belagua (  donde varias veces fuimos con grupos de alumnos), el refugio, el mojón de San Martín, la Mesa de los Tres Reyes y cómo no del queso Roncal de las ovejas lachas, los almadieros, el hotel Isaba con la inesperada nevada de finales de abril y el hostal Zaltua, desde donde iniciábamos recorrido.

Desde este último lugar, bien temprano, accedimos hasta la frontera francesa, Mojón de San Martín, para no perdernos la celebración del Tributo de las Tres Vacas, acontecimiento que se celebra entre el valle francés de Baretous y el de Roncal. Tiene que ver el evento con la sentencia de 1375 en la que dice que por vida el valle francés está obligado al pago de tres vacas sanas, bien inspeccionadas por veterinario, al valle de Roncal. Ello es motivo de fiesta entre ambos valles atrayendo a público de los dos países y otras muchas personas foráneas que por coincidir con fechas de los San Fermines se informan de tan interesante festejo.







sábado, 14 de diciembre de 2019

SAN ESTEBAN DE GORMAZ







Si por muchas razones publicamos imágenes y  textos sobre nuestra patria chica, San Esteban de la Sierra, hay otro San Esteban, San Esteban de Gormaz en la provincia de Soria que nos conquistó desde la primera visita, razón por la que traemos a colación texto e imágenes. Y  ello sucedió fundamentalmente por la contemplación del maravilloso románico porticado hacia el sur, el primero que veíamos de tales características.

Nada nos fascinó tanto de  este núcleo terroso, al amparo del derruido castillo que se asoma al Duero como las iglesias de Santa María del Rivero y San Miguel, conscientes de los muchos recursos arquitectónicos, históricos y literarios que posee San Esteban de Gormaz.

La iglesia de San Miguel, finales del siglo XI, está considerada como la primera construcción de este románico que tanta difusión tuvo durante el siglo XII en provincias como Segovia, Guadalajara y la propia provincia soriana, extendiéndose en menor medida a Burgos, Rioja y Navarra.

Sorprende la rusticidad de estas obras desgastadas por el paso de los siglos a la par que llama la atención la función que dichos pórticos cumplieron durante el medievo y más adelante en el tiempo. La orientación sur de sus pórticos fue un reclamo en los fríos días invernales meseteños porque no olvidemos que sirvieron de refugio en iglesias aisladas, fueron lugar  de reunión municipal, de actividades diversas y  punto de enseñanza a través de las esculturas de sus capiteles para un pueblo que no sabía leer. Es más, Carlos R. Lafora consideraba que  esta fórmula de arquitectura albergaba el derecho de libertad en una sociedad sometida a los designios del señor.