sábado, 3 de agosto de 2019

PAISAJE Y TURISMO EN EL OCCIDENTE ASTUR



Desde el curso del río Navia hasta el límite con Galicia hay una Asturias interior, lejana y montañosa cuyo principal relieve forma la sierra de Bobia en torno a la cual se extiende una comarca sorprendente y poco conocida: los Oscos.

Aunque no nos encontramos ante un relieve de cumbres tan elevadas como las de otros puntos de la Cordillera Cantábrica- la sierra de Bobia está a 1202 metros sobre el nivel del mar- toda la región ofrece una abrupta orografía de valles profundamente encajados, vertientes escarpadas y formas planas o redondeadas en las partes culminantes. Son tierras viejas de dominante litología pizarrosa fuertemente erosionadas a través de la larga historia geológica por una red fluvial que encuentra pronto el mar y ha socavado las entrañas rocosas siguiendo las pautas de la erosión remontante  y la fuerza de la gravedad.

Si bien en la Sierra de Bobia surge alguna corriente independiente, como la del río Porcia, la misma sierra es divisoria entre las dos cuencas fluviales principales, extremos oriental y occidental de los Oscos. Son los valles de los ríos Navia y Eo, hacia donde afluyen arroyos de gran torrencialidad y aguas cristalinas. La red fluvial fragmenta el territorio y provoca importantes discontinuidades paisajísticas.

Estas montañas que limitan con Galicia pero ligeramente hacia el interior, apenas se benefician de la suavidad térmica que proporciona la mar, sufriendo por el contrario los rigores invernales en las zonas más altas. Las lluvias llegan con regularidad y actúan de forma manifiesta  sobre una vegetación atlántica e higrófila entre la que sobresalen los bosques de castaños y robles. Fresnos, alisos y sauces jalonan las riberas y brezos, tojos, boj y helechos cubren superficies de sotobosque o zonas intervenidas por el hombre.

Al amparo del abrupto e intrincado relieve y la densa vegetación, la fauna silvestre ha encontrado desde siempre un estupendo refugio. Osos y urogallos, especies en peligro, han estado ligados a las tierras bravías de los Oscos. Son una auténtica reliquia que tiene difícil pervivencia mientras otras especies de fácil acomodo y sin depredadores crece sin cesar; es el caso de los jabalíes.

La zona de Oscos está escasamente poblada, no llega a diez habitantes por kilómetro cuadrado, siendo tierra de típica emigración. La célula básica de poblamiento es la aldea, reducida en extensión y habitantes y de carácter semidisperso. Las aldeas se agrupan en parroquias cuyo fundamento religioso está ligado a otros matices sociales y económicos. Sobre las parroquias están los concejos que rigen los destinos desde alguna villa. Los principales centros de población son San Martín de Oscos, Santa Eulalia de Oscos, Villanueva de Oscos, Pesoz, Grandas de Salime y Taramundi. Tan solo Taramundi supera los mil habitantes, entre los que se incluyen los que viven en el propio núcleo y las aldeas dependientes. La población regional se ha reducido casi a la mitad desde 1970 hasta la actualidad.

La agricultura de los Oscos ha sido desde siempre de subsistencia. El espacio agrícola es reducido y ocupa lugares próximos a la vivienda donde se cultivan algunas hortalizas y donde berzas,  patatas y maíz han sido prioritarios cultivos. El cultivo del cereal tendía a cubrir las necesidades de la familia.

Las áreas de pradería han ocupado una superficie mayor aprovechando  zonas deforestadas a veces de grandes pendientes que se regaban durante el estío a través de canales establecidos desde los arroyos próximos. Son los productos ganaderos los que generalmente han servido para el comercio o el intercambio.

Frente a campos de cultivo y praderías se extienden las masas forestales que cubren amplias superficies en las que junto a las especies autóctonas se han introducido otras alóctonas como pinos y eucaliptos.

En la base de la economía de Oscos están los bosques, economía  principalmente de carácter artesano. De ellos sale el carbón que nutre las ferrerías familiares y ellos son la materia prima de útiles agrícolas, colmenas, madreñas, tintes…, a la par que su madera está presente en las construcciones populares junto a la roca madre que tendréis oportunidad de ver en viviendas, hórreos, cabazos, paneras, ferrerías…

Una razón, entre otras, por la que hemos venido a este lugar tiene que ver con la aparición de una nueva forma de turismo, la que ha surgido como incentivo económico y de cierta resonancia social.

Aunque pueda considerarse como un hecho aislado, no por ello carece de interés ya que puede aportar nuevas perspectivas de futuro. El lugar elegido para el desarrollo de un modelo turístico distinto al de masas ha sido Taramundi, donde ahora nos encontramos. Luego visitaremos las instalaciones y el director nos explicará el proyecto del CSIC que contó con apoyo  del Principado y del Ayuntamiento de Taramundi. Se optó por establecer un alojamiento rural donde primara la calidad del interior ya que la del exterior estaba asegurada. El edificio que se escogió fue la Casa Rectoral, edificio del siglo XVIII. Sin olvidar la estructura del inmueble y elementos de la cultura popular se le ha dotado de servicios que puede solicitar un público exigente, aire acondicionado, hilo musical, minibar en habitaciones, mirador, sala de reuniones, restaurante, gimnasio, sauna…

Si queréis preguntar por algún término podéis hacerlo ahora. De lo contrario, explicaremos vocabulario  en el momento que  tengamos el fenómeno ante nuestros ojos: torrencialidad, erosión remontante, discontinuidad paisajística, mazo, ferrería, madreña, cabazo, panera, hórreo, higrófila, sotobosque, alóctono.

¡Vamos,  visitamos la Rectoral, nos sentamos en la terraza y descansamos un poco! ¿De acuerdo?