miércoles, 11 de diciembre de 2019

AYLLÓN


Desde el árido promontorio, la torre de la Martina, vestigio de lo que fuera una imponente fortaleza, es vigía del cobijado Ayllón vestido de gris-ocre piedra, adobe y teja, mirador de la elevada  laterítica campiña y de las azuladas  sierras que cierran el horizonte.

Bajo la torre, cuevas horadadas en las pétreas entrañas. A sus pies, iglesias, conventos, palacios, restos de muralla y las viviendas del pueblo llano que se expanden en singular trazado intramuros hasta las proximidades  del Aguisejo, límite del primitivo poblamiento.  Más allá, viviendas de nueva construcción, silo y naves industriales que circundan la vía de comunicación. 



















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