jueves, 16 de julio de 2015

MIRANDO AL CIELO, CONTEMPLANDO EL HORIZONTE...

Las diferentes imágenes de la exposición han sido realizadas en puntos distintos del término municipal de San Esteban de la Sierra: Chorrito, Eras del Prejón, Bajenoso, Prado Concejo, Cruz del Monte, Muñiquero, Riscos de los Pajares...

En todas ellas hay una mirada hacia lo alto y hacia el horizonte, buscando una luz singular o extrañas formaciones nubosas.

Las fotos han sido tomadas con una olympus 500 y objetivos 14-45 y 45-150.

Esperamos que sean de vuestro agrado.
























miércoles, 17 de junio de 2015

Por el Camino de Valero


Hoy, una vez más y ya no sabemos cuántas  hemos realizado el Camino de Valero, camino de ocio que fue antes vía de trabajo y comunicación humana, desde época de la Prehistoria, tal como nos dice el Padre Morán y sobre el que hace tiempo escribíamos:

 “Próximos entre sí e incomunicados directamente por vía rodada, San Esteban y Valero se han relacionado históricamente a través del "camino", un camino hacia el esfuerzo y la subsistencia difícil de  apreciar en toda su belleza cuando el paisaje era trabajo para vivir y no disfrute de los sentidos”.

Y hoy, como en otras ocasiones recordábamos lo ya escrito:

“Al compás del ritmo viajero, nos asaltan preguntas sobre la historia anónima de hombres y naturaleza en espacios tan singulares y enigmáticos. Probablemente el camino oculta muchos sinsabores, en medio de sutiles satisfacciones ¡Cuánto trabajo de carboneo, pastoreo, de aterrazamiento, de ir y venir cada día al trabajo constante, muchas veces sin remuneración ni fruto alguno¡ ¿ Quién recuerda al pastor en las interminables jornadas expuesto a todos los agentes meteorológicos? ¿Quién al constructor sudoroso moviendo tierra y piedra? ¿Cuántos saben de “La Inés y Fernandico” que descalzos y con la cesta como compañera iban a recoger las medicinas a la farmacia de San Esteban?”

Y hoy también nos hemos emocionado  al recorrer tan bello paisaje del que decíamos:

“Cabe preguntarse, ¿sintieron quienes tanto trabajaron, la luz, la floración, los olores, los colores, los cambios constantes del relieve, el aire fresco sobre sus rostros, la sombra de la encina o de un canchal, el agua fresca de fuentes o regatos ? Seguro que en el diario esfuerzo hubo un placer callado y nunca escrito ante el olor del cantueso, del orégano o la mejorana; ante la flor del brezo o de la jara; ante el alivio del descanso a la sombra de la encina; ante la sed saciada en una fuente limpia y cuidada. Posiblemente el sentir de las pequeñas cosas, de los continuos cambios de la naturaleza, hizo felices a los hombres que tantas fuerzas dedicaron a tan bella pero pobre y compleja naturaleza. Tal vez el duro medio provocó arraigo y el hombre, sin lugar a donde ir y sin nadie a quien quejarse ni a quien pedir, se hermanó con la naturaleza y así vivió durante siglos. ¡Cuánta  huella de la historia en el secular trabajo del serrano, en los caminos empedrados y colgados en el vacío, en los cauces domeñados, en las artesanas paredes, en la diversidad de escaleras de acceso, en esos paredones que sostienen un pie de olivo y cuya tierra probablemente fue transportada a hombros...!

Ante la marea humana que transita los caminos también podemos preguntarnos si lo hacen por moda, snobismo, deporte, si se sienten impregnados de los diversos matices del paisaje, de sus hombres y su historia. Es posible que la historia se repita de otra forma y que el camino del esfuerzo para sobrevivir se haya transformado en  camino de peregrinación para huir del mundo urbano y vivir, quizás sobrevivir  a la vorágine de los tiempos. Cabe pensar que para el hombre de hoy es como la vía peregrina cuyo significado va más allá del mero deporte.

Es difícil no emocionarse ante tan maravillosas perspectivas, ante cada recodo del camino, ante ese muro de pizarra que sostiene el empedrado de otro empinado sendero de herradura que asciende sin cesar. Es preciso ver y detenerse ante el arriscado paso que tenemos ante nosotros. Grandioso, sin duda, el punto al que hemos llegado. Es un espolón rocoso donde el camino discurre suspendido sobre el abismo que media entre el Cancho de Valero (Balcón de Pilatos) y el curso del río Quilama. Este balcón, protegido por humana intervención,  es uno de los más sobrecogedores puntos de nuestro recorrido.  Pisamos sobre descarnada piedra que suena a hierro y sobre nosotros se apilan  desnudas pizarras. Algunas se tiñen de amarillos líquenes, de tan llamativos colores que resultarían difíciles de imitar por el mejor pintor. En la ladera de enfrente crecen espesos matorrales en increíbles  declives y las terrazas protegen cultivos. Al fondo, por un lado, avistamos Valero; por el otro, la Junta de los Ríos y el Torozo ¡Qué estupendo sitio para descansar y relajarse con la mirada!”

Y como antaño concluimos:

“Este sencillo artículo es un humilde pero sentido homenaje a cuantos hombres y mujeres han habitado estas tierras, han trabajado como nadie y han legado un patrimonio que poco a poco se oculta a los ojos. Es el reconocimiento hacia tantos y tantos anónimos artífices que no tienen nombre en la Historia pero la hicieron domesticando el paisaje y en el ir y el venir del camino”.














jueves, 11 de junio de 2015

¿CONOCÉIS ESTAS HOJAS, FRUTOS Y USOS?




En nuestros recorridos de campo, desde Casa Rural Fuentes de Abajo advertimos a quienes nos acompañan de su peligro y aplicaciones, especialmente cuando  vienen menores.

Seguramente muchas personas  al  ver las imágenes reconocerán de qué se trata y le darán un nombre aunque sea equivocado.

En San Esteban de la Sierra es denominada “uva de perro,” con la que tiene algún parecido. En realidad es la Dioscorea communis, NUEZA NEGRA,  planta peligrosa si se ingiere el fruto, mortal en la mayor parte de los casos. Sus frutos rojos han sido utilizados para friegas en situaciones de tos y dolores corporales pero es la raíz la que tiene mayor poder terapeútico ante contusiones, artritis, reuma…


Habrá alguien que sepa acerca del uso de sus tallos tiernos; me equivoco?

sábado, 30 de mayo de 2015

RECUERDOS Y NOTAS DE VIAJE: CAPADOCIA


Los viajeros han realizado un largo trayecto. El autobús ha cruzado el Bósforo y se ha adentrado en la Península de Anatolia, la tierra “por donde sale el sol” para los griegos. Se ha detenido en el camino y los turistas han tomado un te acompañado de delicias turcas, los típicos lokum. Al mediodía, tras la visita al monumento de Ataturk, “padre de la patria” y la comida en un rosado restaurante de Ankara, los viajeros se dirigen hacia Capadocia, vocablo de origen persa que tal como explica el guía significa  “el país de los hermosos caballos”, no sin antes pasar junto al inmenso lago Tuz, “lago salado”.

La tarde todavía era moza cuando los pasajeros comenzaban a contemplar en el recorrido algunos de los espectaculares paisajes de esta región única. Un gran recibimiento inesperado en el hotel, cena sin tacha y algunos pronto a dormir y recuperar; otros, a continuar haciendo  la noche joven.

A lo largo de cuatro intensas jornadas, una pequeña parte de los paisajes, la rica historia y la vida cotidiana han sido objetivo del variopinto grupo, siempre conducido por singular guía.

Emociona recorrer esta lejana región, territorio cosecha de los volcanes, encrucijada en las rutas anatólicas y  la milenaria Ruta de la Seda, asiento de las viejas civilizaciones del Neolítico,  hitita, frigia, meda, persa…, todo un elenco de culturas que de una u otra forma dejaron su huella. No fue ajena Capadocia a la influencia helenística y romana ni al cristianismo de los primeros siglos, primero influenciado por figuras como San Gregorio Nacianceno y San Basilio y más tarde desde Constantinopla o Bizancio ¡Cuántas obras de carácter religioso entre monasterios, iglesias, eremitorios y ciudades subterráneas donde practicar el culto o huir de las persecuciones jalonan la geografía de Capadocia! No faltan las mezquitas fruto de la posterior ocupación selyúcida y otomana que, tal como nos explican, fueron permisivos con la religión cristiana aunque poco a poco ésta fuera disminuyendo.

Viajar por Capadocia, sus fantasmagóricos paisajes, sus localidades trogloditas cual nidos excavados en las compactadas cenizas volcánicas, las más de cuatrocientas iglesias a golpe de pico, los hermosos frescos en valles donde nadie habita, sus más de treinta ciudades subterráneas…, es la mayor sorpresa que cualquier viajero puede percibir. Solamente grandes obras como Santa Sofía, las pirámides de Egipto, el legado de Grecia o Roma…, pueden llegar a impactar en la misma medida.

Bajo un cielo que se antoja raquítico, una geografía ora blanquecina, ora gris, ora ocre, ora dorada, se expande por kilómetros y kilómetros entre los dos grandes volcanes que arrojaron miles de toneladas de roca y ceniza que con la posterior erosión y la antrópica intervención dieron lugar al paisaje más soberbio que uno pueda imaginar. A veces semeja dunas de desierto, a veces pingüinos apiñados, otras chimeneas de “hadas”; en ocasiones, enormes falos totémicos bajo los que desde lo alto se ven diminutos seres que de forma rudimentaria labran una tierra moldeable, mullida como ceniza que es,  sin apenas hierba en un territorio donde las lluvias parecen escasas. Nimio es el turista ante tan ingentes formas residuales de la erosión.

Es abril y nada ha germinado; hombres y mujeres podan viñas de pobre aspecto sin alineación alguna. Los frutales son todavía yertos esqueletos leñosos. Solamente un diminuto lirio alegra por su color y apariencia desconocida en un mundo tan peculiar. Sendas estrechas suben y bajan entre el laberinto de parcelas de cultivo y las mil formas caprichosas del indescriptible panorama.

¡Cómo no impresionarse ante tantas y tantas chimeneas horadadas, tantos templos rupestres con frescos bizantinos, el descubrimiento de un caravanser, aquella preciosa cerámica con perfecto dibujo de azul añil y turquesa, la fabricación de tapices o la visita a la  ciudad subterránea de Kaymakli con su gran profundidad y capacidad para tres mil personas, según nos comentan!


Recorrer Capadocia es un placer para los sentidos y una lección viva de naturaleza, Historia, arte, laboriosidad, supervivencia… Es como retrotraerse a la génesis de un territorio, contemplar los diferentes procesos de conformación del mismo y ver la mimética convivencia entre hombre y medio, la milenaria intervención sobre un paisaje que originaron las  telúricas fuerzas. De las entrañas del volcán surgió la tierra y en la misma el hombre excavó con  ingenio su vivienda  donde  desarrolló las más bellas formas del arte.
















viernes, 29 de mayo de 2015

Contemplando y disfrutando cómo crecen los cultivos.

¡Qué placer laborear el campo, regar a la antigua usanza, ver crecer los frutos, sentir el profundo perfume de la azucena y el delicado de la rosa, la rosa de olor, la que habitualmente ocupaba lugar en nuestros huertos, no las actuales de diseño!

Nuestros clientes, amantes del agroturismo, ya pueden ver la prosperidad de los campos y pronto degustar sus frutos. En estas fechas, en el alojamiento, sentirán el olor de las rosas y azucenas que todo lo inundan.